Se acercaba el carnaval y yo no tenía planes para la fiesta. Acababa de llegar al pueblo y aún no sabía cuáles eran los eventos donde se reunía la gente. Pero por casualidades del destino, terminé la tarde en Vilar de Amargo, una aldea de Figueira de Castelo Rodrigo, cuando iba a empezar el Entierro del Santo Entrudo, al que me había invitado mi colega Marco.
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