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domingo, 11 de noviembre de 2018

Geodisea. Miel, queso y embutidos del geoparque en Geosabor (y algo más)

Este fin de semana he estado trabajando en la gestión del evento anual del Geoparque Villuercas-Ibores-Jara llamado GEODISEA, en el que ya estuve presente hace dos años con algunas actividades de Rutas por Extremadura


Se trata de tres fines de semana dedicados a la promoción y difusión de actividades que se realizan durante todo el año en el geoparque, apto para toda la familia:

  • Geosabor, dedicado a los productos gastronómicos de gran calidad que podemos encontrar en el territorio (muchos con D.O.): quesos, mieles, madroños, setas, embutido ibérico, castañas y mucho más. 
  • Geocultura, para conocer la historia que ha ocurrido entre estas sierras, desde los primeros pobladores que dejaron sus pinturas rupestres en las cuevas hasta los reyes medievales que construyeron castillos en los riscos más altos, pasando por el folklore y las costumbres de los pueblos que componen este extenso geoparque. 
  • Geoaventura, un fin de semana para experimentar la adrenalina que te brindan las actividades que puedes encontrar aquí: kayak, escalada, senderismo, y muchas otras actividades. 


El sábado he estado en Cabañas del Castillo con la ruta "Manjares y Pasos Medievales: visita al castillo de Cabañas y Degustación" con Miguel de Rutas por Extremadura. Un recorrido histórico desde los orígenes ancestrales del ser humano y la historia de esta localidad, muy importante y con gran poder en épocas pasadas. Terminamos con una degustación de quesos de los Ibores y chacina villuerquina ibérica, regado con un vino dorado de Cañamero que nos llevó a la gloria. 

Por la tarde, como llevaba todo el día con lluvia horizontal y no hacía frío, supuse (acertadamente) que sería un buen momento para ir a buscar anfibios. Así que me fui con Sole, mi compañera, a buscar un buen sitio donde verlos.

Gracias a la sabiduría de Miguel, prácticamente fuimos a tiro hecho, aunque la guardia civil nos preguntó con cara de sorpresa qué íbamos a hacer a esas horas y con tan mal tiempo por medio del campo. Cuando les contestamos que buscar ranas, su cara fue un poema. Luego nos alegramos de que lo supieran, pues si ocurría algo, ellos podrían indicar por dónde habíamos bajado al río. 

El domingo bajé a Cañamero para ocuparme de la logística de la ruta "Dulce oro líquido: visita a la casita de la miel", una de las actividades incluídas en la Ruta de la Miel, para preparar la degustación de miel posterior, en la que se haría maridaje de distintos tipos de miel con pan, queso fresco, patatera y yogur natural, igual que ya hicimos en la Feria Agroalimentaria de Berzocana en 2016.


Allí entre unas cosas y otras, me pillaron los de Canal Extremadura para que explicara alguna cosa para el programa "Muévete" que ponen los jueves por la noche.

Al final todo ha salido a pedir de boca, y nunca mejor dicho.



miércoles, 7 de febrero de 2018

Pajareo por ZEPA Azud del Guadiana. Ver aves de Badajoz.

Este finde ha sido muy intenso. Ha venido mi amigo Javier desde Córdoba para la inauguración de mi exposición en la sala de exposiciones de Ecosistema W, en el centro de Badajoz, y hemos pajareado un montón. 

Esta mañana hemos ido a la ZEPA Azud del Guadiana a ver si había algo interesante y ¡vaya si lo ha habido! 36 especies en total, en algo más de dos horas de paseo y prácticamente sin esfuerzo, sólo mirando. 

Calamón (Porphyrio porphyrio)
Nada más bajar al Guadiana, a la altura del puente nuevo, vimos a una nutria  (Lutra lutra) nadando muy contenta. Antes de levantar la cámara ya se había sumergido, pero estaba tan cerca que no nos hicieron falta ni los prismáticos. Poco después de acercarnos a las islitas, en el canal de la margen izquierda, saltó desde nuestros pies un precioso y azul calamón (Porphyrio porphyrio) que se posó en lo alto de los carrizos. 

Garcilla cangrejera (Ardeola ralloides)

Más allá, entre los carrizos también, vimos salir una guapa garcilla cangrejera (Ardeola ralloides) que nos sobrevoló protestando por nuestra presencia tan cerca del agua. Un mosquitero común (Phylloscopus collybita) revoloteaba entre las hierbas del borde del camino acompañándonos en el paseo por el parque de la margen izquierda. Un bisbita pratense (Anthus pratensis) correteaba por el césped buscando bichitos para comer. 

De repente, un movimiento entre los carrizos secos de la islita nos hizo darnos cuenta de que estábamos siendo vigilados por  un avetorillo (Ixobrychus minutus), probablemente hembra. Poco después una pareja que paseaba nos llamó para enseñarnos los encames de la nutria, que duerme en la orilla, y decían que acababan de verla. 

Avetorillo (Ixobrychus minutus)
Las lagunas calmadas que quedaban en el canal del Guadiana estaban a rebosar de ánades reales (Anas platyrhynchos), pollas de agua (Gallinula chloropus) e incluso una pareja de zampullines chicos (Tachybaptus ruficollis). También  había algunos ánsares domésticos (Anser anser domesticus), cormoranes (Phalacrocorax carbo), garzas reales (Ardea cinerea) y una espátula (Platalea leucordia) que descansaba con la cabeza entre las plumas del dorso. 

Después del paseo por la margen izquierda, nos fuimos en coche al azud por el lado derecho.  Allí encontramos también algunas sorpresas. En el mismo azud, un andarríos chico (Actitis hypoleucos) se afanaba en rebuscar  algo de comer, junto a cormoranes y gaviotas. Una lavandera cascadeña (Motacilla cinerea) revoloteaba junto a los mosquiteros a ras del agua y algunas lavanderas blancas (Motacilla alba), ánades reales y cigüeñuelas (Hymantopus hymantopus) se podían observar desde lo alto del azud.

Andarríos chico (Actitis hypoleucos)
Pero lo mejor estaba por llegar. Empezamos a caminar observando las limícolas en el agua somera junto a un rebaño de ovejas con su pastor y sus perros. De repente, Javier se paró y miró a través de los prismáticos. Teníamos dos agachadizas (Gallinago gallinago) en frente, y junto a ellas y las cigüeñuelas ¡un combatiente (Philomachus pugna)! 

De izquierda a derecha: cigüeñuela, agachadiza y combatiente
El combatiente, que a estas alturas aún tiene el plumaje de invierno, es una limícola de la familia Scolopacidae que pasa el invierno en África aunque en el sur de Europa hay algunos individuos (cerca de 2000 individuos) que se quedan el resto del año (sobre todo Doñana y alrededores, y también en el Delta del Ebro). Aquí se le suele ver cuando está en paso migratorio, es decir, que está de camino a sus áreas de cría en el norte de Europa (península escandinava y Rusia). Este combatiente en Badajoz es un poco tempranero porque se supone que el paso prenupcial es entre marzo y abril. Aquí pasa un tiempo recargando fuerzas para luego seguir su camino hacia el norte.

Combatiente y cigüeñuela en zonas someras del río Guadiana
Después de esta agradable sorpresa, terminamos el paseo con algunos moritos (Plegadis falcinellus), un chorlitejo grande (Charadius hiaticula) con plumaje de invierno, espátulas, fochas y ánades, además de un zorzal (Turdus philomelus), estrildas comunes (Estrilda astrild), petirrojos (Erithacus rubecula) y un bando mixto de aviones  (Delichon urbicum) y golondrinas (Hirundo rustica) recién llegados de África. 

lunes, 12 de diciembre de 2016

Día de Escalada en Cabañas del Castillo

Una de las muchas vías que Edu Mostazo, de Origen Natural, tiene abiertas en Cabañas del Castillo

Hoy hemos disfrutado de un día inigualable en Cabañas del Castillo, en el centro de las Villuercas, escalando en el Geositio  de la Sinclinal de Santa Lucía, uno de los geositios más sorprendentes. 



Primero estuvimos en una de las vías que hay en una de las paredes del cañón natural que da acceso al Castillo. Allí aprendimos a utilizar los materiales, la seguridad y practicamos con ellos al calorcito del sol de invierno. Nos acompañó Antia, la perra de Edu, que nos custodiaba tranquilamente. No he visto perro más bueno en mi vida, apenas se notaba que estaba. 

Estuvimos allí varias horas, disfrutando de la escalada con tranquilidad; los buitres leonados nos venían a visitar y las pequeñas lagartijas se asoleaban en las grietas a nuestro alrededor. 

Después de comer, decidimos aprovechar el poco tiempo de sol que quedaba para bajar rapelando la chimenea que hay junto a la base del castillo. La verdad es que fue emocionante. 



Primero hay que bajar con cuidado por el cancho que hay detrás del castillo de Cabañas, hasta una zona en la que hay unas vistas increíbles. Se ve todo el valle de las Villuercas y la falla del Almonte, todos los canchales de la ladera de enfrente y se adivina el valle siguiente, el de los Ibores. 

Edu es el mejor monitor de escalda que conozco. La seguridad es lo primero, pero no en detrimento del buen rollo y te transmite tanto entusiasmo que disfrutas con todas tus fuerzas, sin pensar nada más que en pasártelo bien. 

Nos asomamos a la caída libre de 30 metros de la chimenea, bien atados a nuestra cuerda de seguridad. La verdad es que sentimos un pequeño cosquilleo en el estómago; apenas se veía el fondo oscuro. 



Fue muy divertido bajar a oscuras por aquél tubo de piedra. No está claro el origen: quizás los pobladores del castillo lo excavaran, aunque creo que es más probable que sea natural. Lo que sí está claro es que ha sido usado para despeñar a los prisioneros al más puro estilo de la Puerta del Cielo de Juego de Tronos. 




Allí en la boca de la chimenea se nos hizo casi de noche, pero aun así bajamos los últimos quince o veinte metros que quedan de pared al descubierto hasta una huerta de una de las casas de Cabañas. Nos sentíamos genial, y muy contentos! Había sido un día muy completo. 

sábado, 18 de octubre de 2014

Domingo de barranquismo - Madeira


Y después de la playa del sábado... ¿a quién no le apetece un poco de barranquismo?


Cuando nos levantamos llovía a mares. Estuvimos mirando el teléfono continuamente por si se cancelaba la aventura. Pero no se canceló. Al llegar a la parada de autobús de Campo da Barca, allí ya estaban Pedro, Sandra, Pepe y el monitor montados en el Defender rojo. 

Tras atravesar la isla hacia el oeste, llegamos a Paúl da Serra, en lo alto de la zona oeste de la isla. Allí arriba estaba todo lleno de laureles y ericáceas, pero muy bajitos, debido a las condiciones de viento que deben de azotar esa zona tan alta. Allí nos equipamos y bajamos 50 minutos de levada (con truchitas lindas que corrían y saltaban a nuestro lado!!) hasta el principio del descenso. 


Allí ya nos ajustamos los areneses, nos dieron los consejos de seguridad y algunos hicieron sus primeros saltos al vacío... yo preferí bajar haciendo rapel. 


La lluvia arreciaba pero se estaba bien. Mojados estábamos pero mientras te movías no se sentía tanto el frío. Rondaríamos los 20 grados. 



El lugar era precioso. Largas piscinas cubiertas por dosel de ramas, cañones estrechos con las paredes llenas de musgo y helechos, zonas que no podríamos haber visto si no era de aquella manera. 5 rapeles, piscinas de agua helada con doseles verdes, saltos y naturaleza increíble.






Pasé frío y me hice daño, pero lo repetiría sin dudar. 



NOTA: Todas las fotos y el vídeo son de Pedro, nuestro compañero de la SPEA en Cabo Verde, que vino a hacernos una visita y propició esta aventura. Obrigadinha!!