lunes, 11 de abril de 2016

Sierra de Alor. Comarca singular de flora.



La Sierra de Alor y la población aledaña de San Jorge de Alor pertenecen a la comarca de los Llanos de Olivenza, al sur de la capital de la provincia de Badajoz, limitando con las dehesas de jerez y a muy poca distancia de la región portuguesa del Alentejo, a la que pertenecía hasta 1801, cuando pasó a ser española.

La Comarca de Olivenza está compuesta por 11 municipios. Es un territorio de carácter transfronterizo, que ha marcado el desarrollo económico, social y cultural de la comarca. Extensas dehesas constituyen hogar común para la ganadería tradicional y la fauna silvestre, salpicadas de antiguos castillos y pueblos encalados con la habitual arquitectura portuguesa. La raya hispanolusa, una de las fronteras más antiguas de Europa, le da una impronta peculiar a la comarca, con tradiciones e historias muy peculiares. El agua, gracias al Río Guadiana y al lago de Alqueva, es un gran aliciente de este territorio que tiene mucho más que ofrecer a los ecoturistas. 

La Sierra de Alor es un LIC (Lugar de Importancia Comunitaria) que se levanta a 600 msnm. Está cubierta por densas dehesas, garrigas de quejigos y fincas de olivares, algunos dedicados al cultivo ecológico, pertenecientes a la Junta de Extremadura. Su principal atractivo es la Rosa de Alejandría o peonía (Paeonia broteroi), que crece en la zona más alta entre los encinares y quejigares. Esta especie está protegida por la ley y está estrictamente prohibido recolectar cualquier parte aérea o subterránea de la misma; sin embargo, año tras año los turistas asisten impotentes a la recogida de los primeros capullos, retrasándose la floración y esquilmando este recurso en un monte de uso público mal entendido. También es posible encontrar hasta 15 especies diferentes de orquídeas, entre ellas Barlia robertiana (orquídea gigante) o Orchis itlaica (hierba del hombre desnudo). Es también el único punto fuera de Extremadura en el que crece la protegida Ceratocapnos heterocarpa, una hierba rupícola de la familia de las fumariáceas que posee dos tipos de frutos de distinta morfología. 


Lo mejor:

  • Es una zona de muy fácil acceso, con lugar para aparcar y a escasos 500m por carretera de la pedanía de San Jorge. 
  • Posee cartelería actual y fácil de entender sobre las especies botánicas de la zona. El camino principal está señalizado y la ruta es circular, de máximo 12 km aunque pueden acortarse.
  • Posee un mirador y una atalaya a 611 msnm desde las que se domina la comarca entera, en bastante buen estado. 
  • La zona es sombreada y en los alrededores del mirador hay merenderos y varios chozos tradicionales, unos reconstruidos y otro, como el del Tio Pelinhas, en ruinas.
  •  A pesar de la afluencia de público, el lugar posee un buen estado de conservación y alto valor ecológico. Las especies bandera son fácilmente localizables aunque a veces es necearia la ayuda de un guía de la zona. 

Propuestas para mejorar:

  • No todos los caminos están señalizados. Si no se conoce la zona o no se poseen habilidades de orientación en el medio, es posible perderse.
  • Los chozos están abiertos y son lugar donde se acumula la basura de los excursionistas. No hay cartelería que inste a la recogida y vuelta de la basura, ni lugares de recogida.
  • El cartel de la atalaya donde se informaba de las localidades que se veían ha sido destruido y no repuesto, al igual que el del mirador.
  • No hay carteles sobre la avifauna, ni otro tipo de fauna que es posible encontrar. 
  • No hay control efectivo sobre la recolección ilegal de ponías o sobre los destrozos que causan las masa de gente que suben en días de romería o fiesta. 
  • Los lugares de Ceratocapnos no están protegidos contra la recolección, pisoteo o ramoneo de los rebaños de ovejas que entran. 


El futuro del territorio referido pasa por mejorar tanto la gestión del lugar como la vigilancia y regulación de las visitas para evitar una degradación irreversible que le haga perder el valor del que goza actualmente y que es la principal atracción para los excursionistas. Se propone la creación de microrreservas de flora para proteger estas singularidades de una forma más eficaz. 

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